jueves, 4 de septiembre de 2008

La nueva piel del PRI

René Avilés Fabila 31-Ago-2008
La Tercera Internacional pareció sepultar a la socialdemocracia. La izquierda, por así decirle, quedó mejor representada por los partidos comunistas encabezados por dirigentes de la talla de Lenin. Con el triunfo de la Revolución de Octubre, los partidos socialdemócratas cayeron en total desprestigio: la consigna parecía ser socialismo marxista o nada. Poco a poco y luego de la Segunda Guerra Mundial comenzaron a reavivarse, mientras que el bloque soviético comenzaba su peregrinaje hacia la extinción. Hoy tenemos socialdemocracia en varios países. En México, por lo menos en el discurso, hay dos partidos: Alternativa Socialdemócrata (negocio sin futuro) y el PRI, que al fin dice tener una ideología propia, fuera de la derivada del pensamiento del presidente en turno. Los pocos marxistas que quedan, todos de clóset, piensan que no hay diferencia con los partidos “burgueses” y que los socialdemócratas sólo le son útiles a la clase en el poder, pues conservan las relaciones de producción capitalista.
La socialdemocracia no es una nueva para el PRI; en sus mejores tiempos, cuando todavía hablaba de Revolución, había establecido contacto con la Internacional Socialista. Por allí andaba ese saltimbanqui llamado Porfirio Muñoz Ledo, en su etapa priista. La semana pasada, luego de una agotadora sesión de media hora, todos los priistas —corruptos, dinosaurios, algunos con largas deudas con la justicia, autoritarios, patéticos, con fortunas hechas al amparo del poder, antidemocráticos— salieron convertidos, como en texto de Kafka, en socialdemócratas. Parece algo insólito, pero es verdad, ahora lucharán por un socialismo ligth, que velará por el mantenimiento de un Estado, en cuyas manos sólo quedan Pemex y algunas baratijas. No hubo refundación ni debate alguno. ¿Habrán pensado qué hacer con la R de Revolución, modificarán las siglas o querrán hacer una revolución socialdemócrata cuando la mayoría no tiene idea de lo que significa la camiseta que Beatriz Paredes les puso?
Cuentan los periodistas que durante esa cita los aplausos recayeron en Peña Nieto, al que ven como un ídolo de masas, el mejor de los aspirantes a la candidatura del PRI a la Presidencia. Las mujeres se desmayaban a su paso y los hombres lo abrazaban con euforia para que, cuando estuviera en el reino de los cielos, no se olvidara de ellos. El PAN y el PRD están lejos de enfrentar al coloso redivivo. El primero carece de candidato presidencial, pues el delfín de Calderón, Mouriño, es desconocido y ya desprestigiado y el segundo vive hundido en feroces pugnas internas y con un caudillo desacreditado. Desde ahora los especialistas dan por hecho que si no ocurre algo especial, la rutina política del país llevará al PRI de nuevo a Los Pinos. Entonces, advirtió la tiranosauria Beatriz Paredes, sobreviviente de todos los ismos derivados de una aceptable cantidad de presidentes, en especial del salinismo, eufórica, algo que hemos escuchado miles de veces: el PRI recuperará la Presidencia y no será el mismo de antes. Es obvio. El país es diferente: lo rechazó dos veces, los medios de comunicación han mejorado sensiblemente y la sociedad civil, en consecuencia, tiene voz propia y reacciones críticas ante el poder.
En el otro lado, donde la luz de Peña Nieto no llegaba, estaba Manuel Bartlett. Quizá la mayoría le reprochaba mentalmente su cercanía con el PRD de López Obrador. Otros lo veían como un izquierdista tardío, un político que, avergonzado de su pasado y de su partido, coqueteó con el PRD que fundó Cuauhtémoc Cárdenas, olvidando que a él le atribuyen la caída del sistema de cómputo que permitió el triunfo de Salinas. Mientras los priistas se ponían chamarras color de rosa que indicaba en la espalda “Soy socialdemócrata y qué”, aquellos que dejaron el PRI como Socorro Díaz y Arturo Núñez, para literalmente buscar fortuna en el PRD, lamentaban el error y hoy estudian la posibilidad de regresar al partido que inventó al México, digámosle, moderno. Para ellos, viejos lobos de mar político, no hay duda: el PRD, López Obrador y Ebrard se acabaron como proyectos políticos triunfadores, hay que mirar hacia el “nuevo” PRI para seguir luchando por la patria.
El PRI no deja de sorprender. Recuerdo a muchos distinguidos dirigentes humillados por dos derrotas, fuera de Los Pinos, con enormes deudas, un total desprestigio y pugnas internas, con personajes siniestros como Elba Esther Gordillo: se les veía indefensos, saludaban con humildad a quien pasaba de lado. Eran amables. Hasta Beatriz Paredes pareció humanizarse y no se molestaba con aquellos quienes no aprecian sus boleros rancheros. Bienvenidos, camaradas socialdemócratas, los espera la silla presidencial. México será, sin proponérselo, teñido por la nueva ideología del PRI, el partidazo que llegó, como la estación de radio, para quedarse. Ahora sí son de izquierda, ese término tan desprestigiado merced a sus primos hermanos del PRD.
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