sábado, 8 de marzo de 2008

Exige al PRI no influir en relevo

Patricia Mercado, ex candidata presidencial, no guarda un minuto de reposo. Frenética, recorre el país en busca de arrebatar la dirigencia del Partido Alternativa Socialdemócrata (PAS) al actual presidente, Alberto Begné.

Teme, eso sí, la intervención de gobernadores del PRI. Los busca para exigirles que no se metan. Oaxaca es uno de ellos.

Admite, en entrevista con EL UNIVERSAL, que el pleito en casa es como la pelea entre Manuel Espino y Germán Martínez, en el PAN. Aquí no se sabe quién juega el papel de Espino y quién el de Martínez en el capítulo entre Mercado y Begné.

“En lo interno es como Espino y Martínez. Pero no es un asunto de mujer contra hombre, sino de proyectos distintos. Estoy por la lucha contra la desigualdad y un perfil definido de partido, Alberto ve un partido que aquí se alía con éste y acá con este otro.”

Mercado voltea a la izquierda y pone la vista en Andrés Manuel López Obrador, a quien considera político a la antigua y lo equipara con Diego Fernández de Cevallos y su famosa expresión del “viejerío”, de la ya lejana campaña presidencial de 1994.

Hace poco, Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados, se reunió con Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación; entonces López Obrador dijo que hay quienes “se dejan tocar la pierna, políticamente hablando”. Luego se echó para atrás.

“Pero las referencias a su sexo son muy típicas de políticos, ya no digo del siglo pasado, sino de políticos que no están entendiendo la nueva realidad de la vida de las mujeres”, dice Mercado, a quien el lopezobradorismo pidió incluso en 2006 que declinara a favor suyo.

Al volver su vista al país, Mercado advierte: tenemos que encontrar la manera de pararnos frente a lo que viene y no sobre lo que estamos dejando atrás.

“Hay problemas y hay oportunidades. Lo podemos hacer o podemos quedarnos nadando en nuestra propia mediocridad”, sostiene.

Asegura que la frase “las mujeres juntas ni difuntas” es en la actualidad un mito. Pero acepta: “cuando nos ponemos el pie no avanzamos nada. Así es”.

Ya ha rebasado los 50 años de edad. Es hiperactiva. Apenas termina una reunión de cara a la batalla interna de su partido cuando empieza otra.

Y es que ella está en plena lucha. Alza la vista al mundo. Confía en que Hillary Clinton gane la presidencia en Estados Unidos, para que así haya muchas mujeres encabezando los principales gobiernos en el mundo, como en Chile, con Michelle Bachellet; en Argentina, con Cristina Fernández; en Alemania, con Angela Merkel, y cita hasta a la aguerrida Segolene Royal, esperanza femenina francesa derrotada por el amoroso Nicolás Sarkozy.

“Tenemos que ponernos las pilas en México”, sugiere la política que aspiró a ser presidenta de México.

—Pero entre ustedes se ponen el pie…

—Así es, los avances que hemos tenido es cuando hemos hecho pactos. (Porque) cuando nos ponemos el pie no avanzamos nada. Así es —acepta.

“La lucha de las mujeres no es guerra, es una lucha ideológica, cultural y política, como ese pacto que propongo para generar una cultura de igualdad. Hoy el movimiento de mujeres es un movimiento de mujeres como yo, de 50 años en adelante y necesitamos mujeres jóvenes reivindicando para meterle nueva energía”, propone.

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